sábado, 5 de septiembre de 2020

¡Feliz cumpleaños! Envejezco en la ciudad. Sidnei Goldberg

Posted By: LETRADUCCIONES - septiembre 05, 2020

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“Aquello que heredaste de tus padres, conquístalo para poseerlo”

Goethe, Fausto, Escena 1. Cita de Freud en Totem y tabu.

 

 

 El presente trabajo corresponde a la alocución presentada en el evento de la APPOA, Relendo Freud 2017, destinado a la discusión del texto “Un trastorno de memoria en la Acrópolis”. Este texto es, en realidad, una carta escrita por Freud en 1936 con la intención de regalar y homenajear a su amigo Romain Rolland con motivo de su septuagésimo aniversario. Rolland es también el destinatario de Freud en el texto El malestar en la cultura, respecto a la discordancia sobre el sentimiento oceánico.

Lo curioso en esa carta es la naturaleza del regalo. Freud resuelve reanudar un episodio que le ocurrió en 1904, es decir, treinta y dos años antes y que, según cuenta, lo sigue acechando. Dice que se lo va a regalar, entonces, con el análisis y los resultados de esa investigación. Se trata de un viaje de turismo hecho por él y su hermano, diez años más joven, en el que acaban, con alguna sorpresa, teniendo su destino original alterado y terminando en Atenas, en la Acrópolis, donde le ocurre ese tal trastorno de memoria.

Lo primero que llama la atención en ese texto es que, en la edición de “Un transtorno de memoria en la Acrópolis”, más allá de la primera página con el título en portugués y en alemán, antes del inicio del texto, Strachey coloca un subtítulo de la manera en la que puede presumirse haber sido escrita la carta de Freud: “Un trastorno de memoria en la Acrópolis – Carta abierta a Romain Rolland en ocasión de su septuagésimo aniversario”.

Hay un doble redireccionamiento en esa carta: Romain Rolland y nosotros, sus lectores, convocados en este significante “carta abierta”. Es más o menos como lo que ocurre en una obra con la anamorfosis, existe el lugar de la mirada, que es un punto geométrico definido en el espacio. Para producir el efecto de anamorfosis, alguien tiene que colocar el ojo en una posición preestablecida y, en ese momento, la obra se realiza (como en el cuadro Los embajadores, reproducido en la portada del Seminario XI de Lacan).

Como nosotros, los lectores, estamos en medio del direccionamiento, podemos intentar escuchar algo que no esté totalmente obvio en ese texto, como una anamorfosis.

Esa es una carta texto de Freud, casi un testamento. Comienza conmemorando, rememorando un nacimiento y termina en un ajuste de cuentas con su padre, recordando su muerte y comentando la proximidad del fin de la vida del propio Freud y las limitaciones de la vejez.

También hay un ajuste con Romain Rolland y con los lectores. En el medio, entre el fin y el inicio, tenemos el trastorno de memoria y la división psíquica de Freud. Hubo una desrealización, algo tuvo que quedarse fuera. Primero, el placer y la felicidad de visitar Atenas, segundo, la existencia de la propia Acrópolis.

Podemos hacer la siguiente pregunta: ¿por qué hablarle de eso a Romain Rolland sería un regalo? ¿En qué sentido contar un lapsus suyo, de una cosa que le está molestando desde hace muchos años y juntar a eso un análisis, puede ser un regalo para Romain Rolland?

Freud tendría innumerables lapsus y actos fallidos para relatar. Por esa época, él escribió un texto llamado “La sutileza de un acto falido”, en el cual habla sobre la cuestión de lo que es dar un regalo a alguien, y dice inclusive que un regalo solamente merece ser considerado como tal si aquél que regala sufre y presenta una cierta resistencia en el acto de regalar. En el caso relatado en el texto, se trataba de algo que él al mismo tiempo quería y no quería dar. Acabó produciendo un acto fallido cuya significación indicaba el pesar ocultado en el acto. Entonces, pensándolo así, ¿qué es eso que le estaba dando a Romain Rolland? Hay un redireccionamiento, ¿pero estaria involucrado en el campo transferencial?

Un momento en el que aparece la cuestión de la transferencia en el texto es cuando, luego del inicio, Freud dice que percibió, al escribir esta carta, que Romain tiene diez años menos que él, así como su hermano con quien fue para Atenas. Entonces, vemos establecerse ahí un significante cualquiera, donde comienza a aparecer la transferencia. Y ese dato, de que Romain Rolland es diez años más joven que Freud, ya había sido citado veinte años antes, cuando el escribió su primera carta a Romain: hay una insistencia en repetir eso. En la primera carta de Freud a Romain, dice: “Hasta el fin de mi vida recordaré la alegría de poder contactarme con usted, pues su nombre está ligado, para mí, a la más preciosa de todas las bellas ilusiones, la reunión, en el mismo amor, de todos los hijos de los hombres”. Entonces, él dice que Romain Rolland cree en el amor universal. “Pertenezco ciertamente a una raza que la Edad Media volvió responsable de todas las epidemias nacionales y que el mundo moderno acusa de haber conducido al Imperio Austríaco a la decadencia y a Alemania a la derrota. Esas experiencias nos decepcionan y nos vuelven poco inclinados a creer en las ilusiones. Más allá de eso, a lo largo de mi vida –soy diez años mayor que usted- una parte importante de mi trabajo consistió en destruir mis propias ilusiones y las de la humanidad”.

Esa cuestión de diferencia de posición entre Romain y Freud aparece también en “El malestar en la cultura” cuando Freud habla del sentimiento oceánico: “usted cree en eso, yo no”. Romain Rolland estuvo involucrado con el hinduísmo, y es de allí que viene esa vertiente del sentimiento oceánico.

A partir de estos temas de creencia y descreimiento, otra carta freudiana puede ser evocada, una carta enviada a Fliess en 1895, que contenía el texto que fue conocido como “Proyecto para una psicologia para neurólogos”.

En el inicio de esa carta, él comenta que escribió de forma apurada porque se apresuró para entregársela a Fliess antes de Navidad, pero que por otro lado tal vez ni la hubiera escrito si no hubiese tenido esa presión del compromiso de la entrega.

           En un capítulo llamado A Proton Pseudos Histérica, él dice que cualquier sintoma o cualquiera de las formaciones del inconciente siempre sucede en relación a algo que él representa con la letra A. Esa cosa que es A, es insólita, rara, no se entiende porqué es que ella sucede, es como por ejemplo en las desrealizaciones de Freud: “porqué estoy yendo para Atenas, que siempre quise conocer y al mismo tempo estoy deprimido, sintiéndome impotente”. Es un primer extrañamiento. No tiene sentido relacionado con esta representación A, pero A está ligada, a partir de los mecanismos del proceso primario con una representación B, y esa sí, a su vez, habla de la verdad de ese síntoma, de ese acto, de ese trastorno, de lo que sea que fuese.

 

Entonces, tenemos aquí una fórmula:

A


     B

A 

B


Pero si quisiéramos hablar en lacanés, podríamos decir que Freud produjo ahi un matema, que pasó a funcionar como una especie de molino de todo lo que él hizo en su obra a continuación. Entre A y B tenemos una relación de sustitución siguiendo las leyes de lo que él llamó proceso primario. Esta formulación nos lleva, por lo tanto, a la idea de una primera mentira, de donde surge una verdad.

El segundo extrañamiento de Freud fue constatar su duda en cuanto a la existencia real de la Acrópolis, lo que tampoco parece tener sentido. En ambos casos de extrañamiento, luego del análisis, concluye que el factor B refiere a la culpa sentida por él. Esa es la interpretación que da Freud, concluye que tanto él como su hermano sentían culpa en relación a su padre, tanto en el plano económico como en el plano cultural.

Citando a Freud: “Puede ser que un sentimiento de culpa estuviese vinculado a la satisfacción de que hubiéramos realizado tanto [...] Parece como si la esencia del éxito consistiera en haber realizado más de lo que el padre realizó, y como si además estuviera prohibido sobrepasar al padre”.

Para comentar su estado de división psíquica, su spaltung, él produce una metáfora para lo cual admite una pequeña exageración: la del monstruo del Lago Ness. En eso él comete el mismo lapsus. Para hablar de la existencia fáctica de la Acrópolis, la compara con la dificultad que tendríamos de reconocer la existencia fáctica del monstruo del Lago Ness, en el caso de que encontráramos restos del monstruo. O sea, lo que su inconciente tal vez estuviera diciendo –y por eso la carta es un regalo a Romain Rolland – es que Freud debería creer un poco más en algunas ilusiones, en la medida en que podrían cumplir funciones en cuanto narrativas ficcionales. Las brujas no existen, pero podemos eventualmente tropezar con restos de monstruos por allí.

La segunda metáfora que llama la atención es la de la coronación de Napoleón: “Y ahora, aqui estamos nosotros en Atenas, en la Acrópolis! Realmente realizamos muchas cosas! Si me fuera facultado comparar ese pequeño evento con otro mayor, también Napoleón, durante su coronación como emperador en Notre Dame, se volvió para uno de sus Hermanos [...] ‘Qué habría dicho nuestro señor Padre si él pudiera haber estado aqui en el día de hoy?!’”.

Freud usa esa comparación para concluir que al conseguir el éxito de haber realizado más de lo que su padre hubiera hecho, cometió algo prohibido: sobrepasó al padre. Entonces, dice que fue por un respeto filial que él y su hermano no pudieron disfrutar la satisfacción de visitar Atenas. Esa es la interpretación de Freud, pero si nosotros interpretáramos como un sueño, y si aplicáramos a ella el propio veneno freudiano, podemos imaginar que la parte más importante de esa escena no es la que fue relatada, sino la que, aún formando parte, quedó afuera, por obra del desplazamiento. Desde la coronación de Clóvis I, pasando por Carlo Magno y los demás reyes de Francia, formaba parte del ritual que la coronación fuese hecha por el Papa, indicando con eso el papel de la transmisión. Napoleón trajo al Papa, pero lo dejó como a un tonto. Freud no habla de eso, pero es el hecho más célebre de la coronación de Napoleón, e inclusive el cuadro que retrata la escena se encuentra expuesto en el Louvre. Napoleón se autocoronó y coronó a su esposa, dejó al Papa mirando la escena, que se quedó abanicando con las manos, como un dos de bastos.

Freud también creyó que necesitaba dejar de lado rasgos de su deuda simbólica, para que su invención, el psicoanálisis, no fuera más acusada de ser una ciencia judia. Es necesario recordar el contexto histórico de la época en que él vivía. Freud deseaba un psicoanálisis reconocido como científico, y siendo así, necesitaba abandonar las cuestiones que de alguna forma pudieran ligarlo a la creencia. De esta manera, precisaba dejar de lado las referencias míticas judías y tal vez adoptar las helénicas y otras que parecerían de mejor tono. Freud comienza con Edipo, pasa por Hamlet, transita por las referencias darwinianas para construir su mito sobre la fundación de la cultura a partir del asesinato del padre de la horda, llegando al final y finalmente a su texto El hombre Moisés y la religión monoteísta. Propongo que imaginemos que haciendo un ajuste de cuentas con Romain Rolland, él puede hacer también un ajuste de cuentas con su propio padre y con nosotros, sus lectores. Por lo tanto, con toda su obra.

Dejando para nosotros, bien al estilo lacaniano, una carta cifrada y voladora.


Para comunicarse con el autor:   sidnei.goldberg@gmail.com


 Traducción del portugués: MTeresita Pullol. Letraducciones

 

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