El
término “moderno” se opone a lo antiguo, y traspasado. A partir de él, pensamos en algo que nos sitúa
en relación a un pasado en el cual se hallaban determinadas prácticas, formas
de accionar, etc. Fue alrededor de ese concepto que retomamos la conceptualización
de Marshall Berman. Según este autor: “Ser moderno es vivir una vida de paradojas
y contradicción. Es sentirse fortalecido por las inmensas organizaciones
burocráticas que detentan el poder de controlar y, frecuentemente, destruir
comunidad, valores, vida y aún sentirse compelido a enfrentar esas fuerzas y
luchar para cambiar su mundo, transformándolo en nuestro. Es ser al mismo
tiempo revolucionario y conservador: abierto a nuevas posibilidades de
experiencias y aventuras, aterrorizados por el abismo nihilista al cual tantas
aventuras modernas conducen con la expectativa de crear y conservar algo real, aun
cuando todo alrededor se deshace…para ser moderno es preciso ser antimoderno[1]”.
Más que en tiempos “modernos”, vivimos en un tiempo en el cual hay un salto del
instante de ver hacia el momento de concluir, con la forclusión del tiempo de
comprender. Tiempo líquido, tal vez, efecto de un mundo informatizado, todo el
mundo relacionado, conectado y – simultáneamente- todo el mundo desconectado,
desenlazado. Tiempo de la precipitación y de la anticipación de las
conclusiones sin elaboraciones, “des-subjetivadas”.
Freud, desde el inicio, introdujo la
pregunta de la sexualidad articulada al psicoanálisis. Tomó de Wilhelm Fliess la
idea de bisexualidad. Fliess creó esa idea, aunque la comprendía bajo una
perspectiva únicamente anátomo-biológica, ligada a la teoría de la
periodicidad, combinación de períodos masculino y femenino. Para Fliess, “el sangrado menstrual de la mujer es la
expresión de un proceso que afecta a ambos sexos, y cuyo comienzo se retrotrae
hacia más allá de la pubertad…Demuestran que, fuera del proceso menstrual del
tipo de 28 días, existe otro grupo de fenómenos periódicos, con un ciclo de 23
días, al que están sujetos todas las personas de todas las edades y de ambos
sexos…las características se encuentran presentes tanto en el hombre como en la
mujer, el hecho es francamente consistente con nuestra constitución bisexual…el
desarrollo de nuestro organismo se verifica por ajustes y arranques que se dan
en esos períodos sexuales, y que el día de nuestra muerte está determinado por
tales hechos, tanto como lo está el día de nuestro nacimiento”. Para Freud,
la bisexualidad estaba asociada a la esfera psíquica desvinculada del campo
biológico. En la Carta a Fliess, del
6 de diciembre de 1895, él ya hablaba de la experiencia sexual prematura y de
la “bisexualidad presente de todos los seres humanos”, y en El Yo y el Ello, habla de la
bisexualidad constitucional. En la Conferencia
XXIII, llama a la atención hacia el hecho de que partes del aparato sexual
masculino están presentes en el cuerpo de la mujer, aunque en estado atrofiado.
Subraya que lo masculino y lo femenino se mezclan en un individuo que presenta
amplias fluctuaciones y resalta que “masculinidad y feminidad es una
característica que escapa del alcance de la anatomía”. En el texto Sobre la sexualidad femenina, Freud resalta
no haber dudas sobre la bisexualidad como una disposición innata de los
humanos, que se presenta de forma más clara en las mujeres que en los hombres.
Lacan, posteriormente, traerá el cuadro
de las fórmulas de sexuación, a partir de las cuales se detiene más en las
posiciones femeninas y masculinas. Es suya la frase “él no es sin tenerlo, ella
es sin tenerlo”. Cualquiera, hombre o mujer, se puede situar en este cuadro,
independientemente de su anatomía, en un lado o en otro, a partir de su
posición masculina o femenina. No hay rapport
sexual, no hay razón, relación, correspondencia entre uno y otro. Lo que hay es
la relación de cada uno al falo. De un lado, la posición masculina en la cual
hay goce fálico, goce del significante fálico, y, del otro lado, del lado
femenino, existe el goce suplementario, el goce del Otro, goce más allá del falus, sin inscripción en el
inconciente. Lacan se interesa en escuchar alguna palabra sobre ese goce más
allá del falus que trae toda una
diferencia que no debe ser borrada.
El niño y la
sexualidad infantil
El niño es deseado y
surge como falus para el deseo
materno, una compensación fálica para la madre, dicen algunos autores. Él es,
propiamente, introducido en el mundo a partir de un deseo de un Otro anterior.
Luego del advenimiento del nacimiento, existe un primer tiempo en el cual el
niño es completamente alienado al otro materno. Él es objeto a para el Otro materno y pasa,
posteriormente, a tener esa relación interdictada por el ejercicio de alguien
que ocupa la función paterna. Lacan utiliza la palabra E-patter, traducido por “paternizar”,
asumir la función, atemorizar al niño ante el incumplimiento de la ley de
interdicción del incesto, ocupando el lugar que es del padre, junto a la madre.
Es necesario recordar el comentario de Freud sobre la relación sensorial, orgánica,
de la madre con el niño; mientras que la relación con el padre es una relación
siempre abstracta, “intelectual”, relación a ser construida. Además, acerca del
padre, Lacan recuerda que no se trata del padre de la realidad, padre
biológico, o de sus características, del status de relación de él con la madre,
de la presencia física del padre junto al niño, de saber si se pone el delantal para lavar los platos, si es un
hombre inteligente, un idiota, un intelectual, un flojo, si comparte democráticamente
las tareas con la madre, o es un padre atemorizante. No es de esto de lo que se trata el ejercicio
de la función paterna, sino de la relación de la madre con la palabra del
padre, si ella se la otorga o no.
La falta hace del
niño, sujeto deseante.
El niño es falicizado, libidinizado, por aquellos que ocupan el lugar del Otro, y,
en seguida, pasa a ejercer y vivir diversos juegos con su sexualidad, a partir
de lo que serían, para él, sus diferentes objetos “a”: mirada, pecho, heces, voz, pene, etc. Freud nombraba al niño
como perverso polimorfo y del cuerpo como erogeneizado, de las pulsiones
parciales, “de diferentes lugares y
regiones del cuerpo que, independientes unas de otros, tienden hacia el fin de
satisfacción, y encuentran satisfacción en algo que podemos llamar el placer de
órgano”. Freud: “Los genitales son
los últimos entre estas zonas erógenas (...) Ni todos estos movimientos
tendientes al placer son tomados en la
organización final”. Freud recuerda las fases pregenitales: la primera,
la fase oral; la segunda, aquella de los impulsos sádicos y anales (dientes,
músculos, esfínteres). La tercera es la fase fálica, cuando el miembro del
hombre toma un sentido destacado para ambos sexos. Freud entonces coloca lo que
él llama “fase genital” después de la pubertad.
Los niños son “polimórficamente
perversos”, y en eso Freud recuerda que no hay ningún juicio moral. Ellos
tienen un largo período de exploración y descubrimiento de su cuerpo, de las
zonas erógenas, sus primeros placeres. Se trata de una fase de investigación
que habla respecto de la sexualidad infantil, no hay sexualidad genital,
adulta. Esas vivencias y exploraciones de las potencias, de los vacíos, de los
agujeros del cuerpo, son períodos en los cuales el niño construye sus fantasmas
vivenciando diversas identificaciones. Vive sus deseos aún en proceso de
indefinición. Es necesario cuestionar esa tendencia de querer tomar las
experiencias de un hablaser aún en la
infancia, como una posición definitiva. ¿No se trataría, entonces, de llevar a
las últimas consecuencias o de inmiscuir las posiciones de la sexualidad adulta
en un niño al afirmar: es homosexual, bisexual, heterosexual, travesti, etc.? Se
trata de la saludable experimentación de los diversos abordajes del cuerpo y
del placer, sus descubrimientos e identificaciones. A posteriori, en la etapa adolescente, adulta, esas experiencias
podrán adquirir sentido y justificar una posición. Es necesario interrogar las
experiencias radicales de clasificación frentes a las posiciones,
identificaciones y vivencias de los niños.
El cuestionamiento
principal sería acerca de una cierta corriente conservadora que excluye la existencia
de la sexualidad infantil como momento libre del niño para vivir y hacer sus
descubrimientos, sin ser encuadrado en los parámetros definitorios de la
sexualidad adulta: bisexualidad, heterosexualidad, homosexualidad,
transexualidad. El descubrimiento del cuerpo erógeno, de las zonas erógenas en
la infancia, no estaría en este mismo tiempo, tiempo inicial, relacionada a una
definición de una posición sexual ni a una elección de objeto. La
interpretación de que un niño que juega o hace juegos con la ropa, los zapatos
de los padres, es ya, por ejemplo, un niño homosexual, no toma en cuenta que
esos son juegos con las insignias de los padres. Considerar a un niño
homosexual sería una interpretación precipitada. Si, por ejemplo, un niño que
nació después de la muerte de su hermanita, comienza a decir “soy nena”, la muerte
de una hermana, las dificultades de los padres con el duelo de esta hija,
pueden estar implicadas en esta posición de niño que nació después de esta pérdida.
Pero si con esta palabra del niño, los padres ya piden autorización a la
Justicia para cambiarle el género, las cosas tal vez se compliquen para él, que
pasa a ser imposibilitado, de una cierta manera, de vivir ese fantasma al mismo
tiempo que tiene su realidad fantasmática tomada como realidad material en un
momento aún constitutivo. Esas actitudes son, propiamente dicho, un retroceso
con cara conservadora.
Estas cuestiones son
bastante comunes en nuestro cotidiano, y tenemos que incluirnos en ese debate.
Traducción: María Teresita Pullol. Letraducciones
Bibiografía
Bernan, Marshal,
Tudo que é sólido desmancha no ar. A aventura da Modernidade. Trad. Carlos
Felipe Moisés e Ana Maria L. Loriatti. SP:
Companhia das Letras, 2007
Lacan, Jacques .
Seminário de 19561957 A Relação d Objeto e as Estruturas
Freudianas . tradução a partir do
texto francês estabelecido por Cartel da Association Freudienne Internationale
Porto Alegre :Associação Psicanalítica de Porto Alegre. Publicação para
circulação interna
Masson, Jeffrey
Moussaieff Masson, Correspondência
Completa de Sigmund Freud a Wilhem Fliess 1887 – 1904. Trad. Vera Ribeiro.
RJ: Imago, 1986
Jacques Laberge, Da Angústia http://www.interseccaopsicanalitica.com.br/int-biblioteca/JLaberge/jlaberge_da_angustia_upld_3.pdf 12/02/2019
[1] Bernan, Marshal, Tudo que é sólido desmancha no ar. A aventura da Modernidade. Traducción libre realizada para el presente texto
Para comunicarse con el autor: albfpsic@gmail.com
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