Introduzco este trabajo, con una
experiencia que me ocurrió, en ocasión del Congreso Internacional sobre la Angustia
(2009), evento en el cual me acerqué por primera vez a APPOA. Llegué a Porto Alegre,
muy justo sobre la hora, la conferencia de apertura ya había comenzado. Entré
atrasado y, por algunos instantes fugitivos, fui tomado por una turbación del
espacio y del tiempo, como si estuviese en otro lugar, diría un lugar familiar:
algo había retornado a mi memoria. En aquel instante un joven estaba haciendo
una pregunta al conferencista, y fui capturado por el símbolo de su remera, que
representaba un movimiento juvenil sionista, lo que me remitió a la época en la
que yo militaba en otro movimiento sionista socialista. En ese desplazamiento,
se mezclaban escenas de las asambleas generales, y de las discusiones sobre los
rumbos que el movimiento podría asumir al final de la dictadura militar -
además, por supuesto, de los restos de memoria de los amores no correspondidos
y de aquellos imaginariamente vividos, de los deseos por las jóvenes
considerados imposibles-; en fin, fui tomado por una fuerte emoción.
De manera obviamente inconclusa,
podría decir que en un instante fugitivo, un sujeto dividido sería remitido a
significantes que encontrarían un enlace entre identidad de percepción e
identidad del pensamiento, lo que posibilitaría no sólo la rememoración, sino
algo de lo irrepresentable, del irreductible mundo de los objetos, sin lo que
no podrían ser contorneados por algún montaje pulsional. Por lo tanto, esa
experiencia subjetiva ilustraría una de las formaciones del inconsciente, o
sea, por medio de ese acto fallado un sujeto dividido permanece en alguna
escena en el campo del Otro, lo que, si se fuese escuchado en un análisis,
podría seguir alguna trayectoria. Lo que se plantea en cuestión, en este
trabajo que les presento, es el alcance posible de un análisis, cuando un
sujeto que habita un cuerpo se sitúa entre permanecer en la Otra escena,
incluso para repetir el encuentro faltante, como en el acting out, y la inminencia de evadirse al mundo, identificándose
al objeto a, en el pasaje al acto. En
ese sentido, ¿qué en la transferencia permitiría o no a un sujeto reencontrar
alguna red significante que lo reposicionara en su fantasma?
Los términos escena y mundo son
tratados por Lacan en el Seminario de la Angustia ([1962-63] 2005), sobre todo
para diferenciar el acting out del
pasaje al acto. Así, escena y mundo son términos que se sitúan como dos
registros; en la escena, el sujeto tiene que constituirse en una ficción,
"como portador del habla"
(Lacan, 2005, p.130); en el mundo, el lugar donde el real se comprime, donde
originalmente los objetos están perdidos. De modo que en la metáfora del
espejo, el marco de la fantasía serían, entonces, los bordes que permitirían a
un sujeto barrado reencontrar el objeto como causa del deseo, reencontrar
objetos cesibles regulados por el principio del placer. Lo que la clínica
presenta en la particularidad de la escucha, son decires que muchas veces
sitúan al sujeto en el extremo del embarazo de la angustia, en el casi borrado
de la barra, lo que lo hace actuar fuera de la escena, en el pasaje al acto,
cae en el mundo de los objetos, como si reencontrase al sujeto mítico.
Hay, en otros decires, algún atajo
pulsional en el cual el sujeto todavía encuentra significantes que le permiten
marginar la escena, aunque éstos lo lleven a un actuar repetitivo hacia el
horizonte del goce, en una incansable escena de servidumbre frente al Otro,
aqui el acting como un síntoma.
El título de este trabajo, "Un cuerpo: entre la escena y el mundo",
parte de un enunciado de una analizante que dice: "Cuando estoy en el
subte, pienso en sobrepasar la línea amarilla y tirarme en los carriles."
Durante la conducción del tratamiento, se cuestionaba si su análisis podría
ordenar algunos significantes en la "línea amarilla" que pudieran ser
inscriptos, o mejor, reinscriptos en alguna red significante, a fin de que
permaneciera en alguna escena y no cayera para el mundo, ya que en su ficción
ocurrieron desbordes en los bordes del cuerpo.
En otro pasaje del Seminario de la Angustia, Lacan lanza una afirmación interesante, pues avanza en lo que designa escena y mundo, colocándolos en un orden, distinguiéndolos de forma radical, él dice: "Ahora, la dimensión de la escena, en su separación del lugar –mundano o no-, en el que se encuentra el espectador, está ahí para ilustrar a nuestros ojos la distinción radical entre el mundo y ese lugar donde las cosas, aunque sean las cosas del mundo, vienen a decirse. Todas las cosas del mundo vienen a poner en escena, según las leyes del significante, leyes que en modo alguno podemos tomar de inmediato como homogéneas a las del mundo "(Lacan, 2005, p.42). Más adelante, él afirma: "Por lo tanto, primer tiempo, el mundo. Segundo tiempo, el escenario (escena) en que hacemos el montaje de ese mundo. El escenario (escena) es la dimensión de la historia "(Lacan, 2005, p.43). Vamos a esta.
En el mundo de los restos familiares,
la analizante narra lo que podría ser considerada una historia mítica
relacionada con su nacimiento. Durante el embarazo, su madre deseaba un niño,
pero nace la analizante, lo que hizo estallar una "depresión
posparto", la madre necesitó ser internada. Antes de eso, había elegido el
nombre de la hija, Geni. Un nombre que homenajearía al hombre de quien había
estado enamorada. El marido, a su vez, sabiendo de esa historia, comete un acto
de venganza, registra la niña con otro nombre, Genilda. Este acto permaneció
oculto durante los primeros siete años de vida de la niña, período en que ella
vivió con los abuelos paternos.
En esta historia mítica, se va
constituyendo una enunciación en la que el Otro demandaba el nacimiento de un
niño, sin embargo nace una niña, aun así un significante de su deseo fue inscripto.
Durante los primeros siete años de su vida, la analizante se reconocía y era
reconocida por Geni, el cual no había sido abandonado por algunos familiares
cuando supieron del nombre registrado en el padrón. Lo que permanecía no dicho
era la razón por la cual su madre escogió el nombre Geni. En ese momento del
análisis pregunto: "¿Cómo quisiera ser llamada?" Ella dijo que
prefería ser llamada Genilda, aunque repercutiese la manera cariñosa por la
cual sus abuelos paternos la llamaban Geni. Intervine: "Entonces, ¿por qué
no ser llamada Geni"? La analizante completó: "Todo lo que viene de
ella (madre), quiero que desaparezca".
¿Sería posible borrar los vestigios
de las nominaciones, siendo éstas inscriptas a escondidas? ¿Cuáles son los
desdoblamientos de eso? Algunas llaves discursivas fueron engendradas.
Destacamos dos para encaminar las cuestiones de ese artículo: la primera, la
clave discursiva de las nominaciones y acting
out, la segunda, la clave discursiva de una escena traumática. Vamos a la
primera.
Después de vivir con los abuelos
paternos, Genilda, a los siete años, va a vivir en la casa de los padres, y
allí se hospedaba un primo de su madre, considerado un hombre del
"universo de las letras", según la analizante. Lo que no sabían es
que él abusaba sexualmente de la niña.
La niña no podía contar, pues nadie
iría a creerle. Para que algo no quedara escondido, sin palabras, encontró una
estrategia, dibujaba cachorros lastimados por sus animales genitores y los
dispersaba[1]
por la casa, a fin de que su madre pudiera leerlos, pero eso nunca sucedió. Los
dibujos permanecieron como jeroglíficos que no pudieron ser decodificados por
el Otro. En la alfabetización, la analizante no diferenciaba la sonoridad de
algunas letras, dificultando la escritura y la lectura, más tarde se constató
dislexia. Aún permanecía en el límite de la escena, aunque muy cerca de
evadirse al mundo de los objetos.
En el análisis, ella contó algo que
nombró como un actuar compulsivo: robaba libros en las librerías. El acting out se realizaba a partir de un
guión: observaba el movimiento de los funcionarios de las librerías, retiraba
el código de barras del libro y lo pasaba por el detector ubicado en las puertas
sin que la alarma tocara. Ella dijo, "No seré agarrada", afirmando en
un tono desafiante. Intervine "¿No será agarrada? ¿Por quién?".
Freud, en el texto "La negación" ([1925] 2014), dice
que "la negación es el modo de tomar
conocimiento de lo reprimido; en realidad ya es un Aufhebung[2] de la represión, pero no la aceptación de lo
reprimido "(Freud, 2014, p.20 / 21). Por lo tanto, en la enunciación
"No seré agarrada", dicha en análisis repetidamente, se afirmaba lo inverso,
demandaría ser atrapada. En el desafío a la ley, ¿invocaría a un padre? ¿De la
misma forma que lo invocaría en la enunciación, "Cuando estoy en el metro,
pienso en sobrepasar la línea amarilla y tirarme en los carriles", dicha
al inicio de su análisis? Un padre que pudiera insertarla en otra escena, por
ejemplo, en algún lugar discursivo en el "universo de las letras",
como si un código de barras borrado se transformara en significantes e hiciera
borde al goce del Otro.
Genilda casi no leía los libros
robados, permanecían como jeroglíficos sin ser descifrados. En varios momentos,
decía: "Mi madre era una lectora voraz, eso es confuso para mí, no puedo
disfrutar de las cosas que le gustaban." Intervine: "¿Por qué
no?" Lo que se mostró en el transcurso del tiempo fue que la analizante
había decidido donar algunos libros. El lugar elegido fue la biblioteca de la
ciudad de origen de los abuelos paternos, no por casualidad, pues fue su abuela
quien la introdujo en el universo de la literatura infantil.
Había otra llave discursiva contigua
a esa, que se refiere a la escena traumática, cuyo irrepresentable insistía en
llevar el cuerpo a un más allá del principio del placer, en el pasaje al acto.
Ella se prostituyó en una casa
sadomasoquista, escogió un nombre para su personaje, utilizaba una máscara,
consumía cocaína, alternaba entre la posición de dominación y la de dominada en
el juego sexual. En la de dominación, superaba frecuentemente el límite de los
cuerpos dominados, los hacía sangrar, teniendo que ser contenida por la encargada
del lugar. Ella decía: "Veía en el rostro de aquellos hombres el rostro de
mi primo". La intervención de la empleada impedía el pasaje al acto, como
si en la mirada del Otro algún significante paterno interdictara el goce. Un
acto que recubriría el objeto a,
despegando la superposición de las imágenes, lo que haría relanzarla a alguna
escena.
Si aquí la interdicción de la
encargada tenía como efecto impedir el pasaje al acto,
despegando la superposición de imágenes, por la noche, antes de dormir,
realizaba un ritual protector, según ella, para que el primo ya fallecido no
entrara a la habitación. La analizante afirmaba: "¿Cómo puedo tener miedo,
si está muerto?" El ritual se daba de la siguiente manera: ella
desparramaba despertadores por la habitación, a fin de que cada uno tocase cada
dos horas; botellas vacías se colocaban en fila en la puerta; la lámpara
permanecía encendida. Un ritual que se establecía en un intento de evitar el
retorno del objeto a en lo real, en
el extremo de la angustia. Cuando el real se comprimía y la angustia se volvía
insoportable, ella salía de la casa y caminaba hasta un viaducto distante de su
calle, permanecía algún tiempo parada, pensando en tirarse. Según la
analizante, había un pensamiento que a veces retornaba a la memoria, éste
relacionado con la abuela paterna, que decía: "Si hicieras algo mal, no
podrás mirarte en el espejo". Por más paradójico que el enunciado sea, eso
la calmaba, como si algún marco del espejo pudiera reencontrar una red
significante.
Después, la analizante comenzó a
quejarse de dolores intensos por el cuerpo, pasó a frecuentar menos la casa de
prostitución. Un hecho nuevo fue dicho, durante algunos años escribió historias
y, a pesar de la dislexia, las vendía a autores de libros que necesitaban ideas
nuevas. Sin embargo, interrumpió esa actividad, sin dejar de escribir sus
textos, los cuales quedaban escondidos en un cajón. Combinamos que podría
traerlos para ser leídos en la sesión. Así fue hecho algunas veces. En un
momento dado, la analizante dijo: "Los libros son partes de mi
cuerpo."
Poco antes de dejar el análisis,
narró una escena que nunca había contado, pues la quería borrar de la memoria:
dos tías conversaban y, en una oportunidad, una de ellas recordó la historia de
cuando, aún niña, la madre de la analizante había sufrido abuso sexual, la niña
intentó contar, pero nadie le creyó. Luego de pasados algunos años se comprobó
el acto, algo pudo ser leído.
Para concluir, retomo el Seminario de
la Angustia, en un punto en que Lacan reafirma lo que él llamó la dimensión
temporal de la angustia y la dimensión temporal del análisis. Él comienza
diciendo que el deseo del Otro es el de cuestionar la raíz misma del deseo,
como a, como causa de ese deseo, y no
como objeto. Él dice: "Esa dimensión
temporal es la del análisis" (Lacan, 2005, p.169). A continuación,
Lacan afirma: "Es por el hecho de
que el deseo del analista suscita en mí la dimensión de la expectativa que
estoy atrapado en la eficacia del análisis. Me gustaría mucho que él me viera
como esto o aquello, que hiciera de mí un objeto "(Lacan, 2005,
p.169).
Este recorrido analítico caminó hasta
donde pudo, en un intento de situar en la "línea amarilla" (escena
del subte) un lugar en que, en la transferencia, la dimensión temporal de la
angustia no decidiera por la identificación del sujeto al objeto a, desprendiéndose hacia el mundo, sino
permaneciendo en alguna escena en la dimensión temporal del deseo, en busca del
objeto en cuanto causa. En aquella línea tenue, un cuerpo entre la escena y el
mundo, algunas redes significativas pudieron situarse, lo que no quiere decir
que cesara la repetición discursiva, pero hubo una experiencia, en el análisis,
por la cual al menos una vez algunos rasgos borrados llevaron a un sujeto
hablante a reencontrar algún punto límite.
REFERENCIAS
FREUD Sigmund. A Negação [1925]. São
Paulo: Cosac Naify, 2014.
LACAN J. Introdução ao comentário de
Jean Hyppolite sobre a Verneinung de Freud [1954]. In:______. Escritos. Rio de Janeiro: Jorge Zahar
Editor, 1998.
______ Resposta ao comentário de Jean
Hyppolite sobre a Verneinug de Freud [1954]. In:______. Escritos. Rio de Janeiro: Jorge Zahar Editor, 1998.
______. Apêndice falado sobre a
Verneinung de Freud, por Jean Hyppolite [1954]. In:______. Escritos. Rio de Janeiro: Jorge Zahar Editor, 1998.
_______. O seminário, livro 10: a angústia [1962-63]. Rio de Janeiro: Jorge
Zahar Editor, 2005.
_______. O seminário, livro 11: os
quatro conceitos fundamentais da psicanálise [1964]. Rio de Janeiro: Jorge
Zahar Editor, 1985.
[1] Juego de
palabras en el original: espalhava
(desparramaba) y espelhava
(espejaba).
[2] Jean Hyppolite comenta, en uno de los seminarios de Lacan sobre la Verneinung de Freud, que la Aufhebung es la palabra dialéctica de
Hegel, que al mismo tiempo quiere decir negar, suprimir y conservar, y, en el
fondo, suspender.
Para comunicarse con el autor: leotkacz57@gmail.com
Traducción del portugués: MTeresita Pullol.Letraducciones
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