lunes, 4 de enero de 2021

Marginalia. Carlos Marcos

Posted By: LETRADUCCIONES - enero 04, 2021

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Desgrabación de la presentación y bienvenida al (Des)encuentro de Letraducciones por Zoom en pandemia. Junto a Teresita Pullol, Claudia Bilotta, Horacio Gómez, Lionel Klimkiewicz y Lucas Petersen. Sábado 19 de septiembre 2020.

Tendrán que disculparme un poco, un poco apenas nada más, porque en estas actividades suelo estar una octava más arriba o un poco, como decirlo, innecesariamente histriónico… y para algunas personas se transforma en un obstáculo y/o al ser el primero de la filita seré quien marque el tono del encuentro. Tono que decididamente trata de no ser ceremonioso pero que no invalida la seriedad y la rigurosidad en nuestra labor. Tendrán que disculparme por esta cosa, más bien vehemente y juguetona, pero se debe a la pasión que le ponemos a nuestro trabajo y a lo mucho que nos gusta la tarea que llevamos adelante.

Con Teresita Pullol y Horacio Gómez concebimos Letraducciones como un espacio de trabajo, de estudio, de intercambio y colaboración en la edición de textos y en el pasaje de y hacia diferentes lenguas. En nuestro blog pueden chusmear un poco de lo que vamos haciendo (letraduccionesweb.blogspot.com.ar). El año pasado editamos dos libros: El malestar en la cultura… 90 años después y Clínica del Cartel y este año estamos trabajando sobre la idea de historizar la Reunión Lacanoamericana de Psicoanálisis, entrevistando a los fundadores, a los pioneros y a distintos actores que la llevan adelante desde mediados de los 80’s… como dispositivo aún vigente de la producción del psicoanálisis en latinoamerica y el cruce de lenguas.

Con respecto al (Des)encuentro de hoy, no voy a decir mucho, porque se tratará –o eso esperamos– de soportar los maravillosos desencuentros que permiten el encuentro... el de las lenguas, el de la escritura, el de la lectura, el del psicoanálisis, el de la virtualidad y -por qué no- el de la pandemia,

Con mi generación hemos aprendido mucho de la película Terminator, protagonizada por Arnold Schwarzenegger y Linda Hamilton, dirigida por James Cameron y Michael Biehn, basada en el cuento El soldado del mañana de Harlan Ellison. Aprendimos, en primera instancia que: “Una tormenta se avecina…”, siempre. Que la humanidad no tiene remedio y estamos destinados a la destrucción. Pero, (Des)encuentros como este, me hacen pensar que estamos mal… pero no tan mal. Creo que si un sábado por la mañana estamos reunidos para estos menesteres aún hay esperanzas y podemos ejercitar la Sarah Connor que todos llevamos dentro. Aunque la tormenta que se avecina sea irremediable. Bienvenidos TODOS y muchas gracias por acompañarnos.

Hace algunos años tuve la fortuna de entrevistar a Ralph Barby. ¿Quién es Ralph Barby se preguntarán Uds? Ralph Barby es un escritor de pequeñas novelitas populares que fueron un suceso en su época, conocidas en la Argentina, de la mano de editoriales como Bruguera, como “bolsilibros”, también llamada literatura pulp, libros de a duro, libros de bolsillo, etc… pequeñas novelas de literatura popular impresas en octavo, en papel periódico a precios también populares. Ralph Barby, junto a Lou Carrigan y Silver Kain se ocupaban de los policiales, los westerns, del terror y la ciencia ficción, mientras que autores como Corín Tellado escribían las novelitas románticas. La premisa de la posguerra era vender un poco de distracción al menor costo posible.

La cuestión es que Ralph Barby escribió más de mil novelas donde más o menos ocurría siempre lo mismo. Por ejemplo, en el lejano oeste el protagonista conocía al amor de su vida, venían los pieles rojas y la secuestraban, el héroe luego de algunas peripecias lograba rescatarla y terminaban casándose. Triunfaba el amor, siempre. En otra novela, la misma acción se repetía en el espacio y quizás la amada la secuestraba un extraterrestre. Si la acción ocurría durante la segunda guerra, los nazis eran los secuestradores, si ocurría en una casa embrujada… seguramente el secuestrador podía ser el monstruo de turno. Final feliz, triunfo del amor y casamiento siempre.

El dato interesante que contaba Barby es que, como al comienzo estaban de moda los westerns americanos y los números no cerraban para pagar las traducciones, crearon una estrategia bastante extraña, americanizaron los textos, colocando frases que un español jamás pronunciaría y americanizaron, sobre todo, sus nombres, de ahí es que comienza a utilizar el Ralph Barby, porque su verdadero nombre es Rafael Barberán… de ahí en más firma sus novelas de ese modo y adopta su nombre de fantasía. Y en los inicios colocaban sus verdaderos nombres como responsables de la falsa traducción. El autor era Ralph Barby y el supuesto traductor de la última novela de moda en EEUU era Rafael Barberán.

A los bibliotecarios no nos asustan estas cosas, es más, nos encantan. En estos “huecos”, permítanme llamarlos así… huequitos… residen las otras responsabilidades de autor.  Los traductores, los editores y los lectores atentos, habitamos estos huecos y le damos vida a los textos.

Pueden leer la conferencia de Foucault ¿Qué es un autor?, que cita Lacan y que muestra algo que los bibliotecarios ya sabíamos. Muestra que la figura del autor es un invento moderno. En estas hendeduras surge la vida, el aire de un texto: en la cita, en la nota al pie, en la contratapa, en la tapa, en la solapa, en los créditos, prólogos, postfacios, notas al final, en las referencias y en los anexos… en aquello que alguna vez se llamó “Marginalia”… todo aquello que ocurre en los márgenes y nos reúne como lectores.

Para los bibliotecarios es habitual tener en cuenta esas “otras” responsabilidades de autoría, es parte del trabajo. Porque hacen al texto y hacen al avance en la historia de las ideas. En la cita es donde se dan cita los lectores.

Antiguamente era más importante un traductor, un copista —y hasta el imprentero— que el mismo escritor. Vestigio de eso lo tenemos en algunos nombres de letras en la computadora: Gianbattista Bodoni, Claude Garamond y el mismo Johannes Gutemberg, tipógrafos, linotipistas, imprenteros, eran personajes de una amplia cultura, funcionaban como los correctores, editores y traductores de la época. Habitaban y aún habitan esos márgenes, esos huecos.

En el ámbito lacaniano tenemos, por ejemplo, a Ricardo Rodríguez Ponte con sus versiones críticas de los Seminarios de Lacan y muchos de sus textos. Comparando, estableciendo, traduciendo y anotando en infinitas notas al pie… todo un trabajo de marginalia que nos permite una lectura enriquecida de la obra de Lacan. Desde esa “marginalia” el nombre de Ricardo ha ido creciendo… hasta tal punto que existen versiones que no son de él pero que les han agregado la leyenda “Ricardo Rodríguez Ponte” y/o “Escuela Freudiana de Buenos Aire”, como una especie de certificado de calidad. Ya que estamos, lo mismo le ocurría a Gutemberg… muchos imprenteros agregaban su nombre, incluso sin autorización, para demostrar algún prestigio.

De entre los habitantes de estos huequitos… tuve la oportunidad de compartir una cena con Antonio Molina Foix… ¿Quién es Antonio Molina Foix dirán Uds.? Es un ensayista y traductor que fue invitado por la Biblioteca Nacional Argentina, cuando se llevaban adelante los encuentros de literatura fantástica en Buenos Aires. Terminamos comiendo una pizza en el centro porteño. Molina Foix y Torres Oliver son quienes se ocuparon, en los años setentas, de la traducción y la normalización de la obra de Lovecraft. Antonio, contaba con orgullo que la traducción del término FREAK castellanizándolo como  FREKY… era obra de él. Y cómo, a lo largo de los años, había pasado al habla popular. Ahora todos utilizamos el “freky” como algo muy normal.

En el ámbito lacaniano también tenemos hallazgos por el estilo. Hay uno que creo se lo debemos a Irene Agoff… y es el famoso “va de suyo”. No hay jornada, o clase, o intervención de algún psicoanalista lacaniano donde no se escuche un “Va de suyo”… Irene tradujo dos seminarios de Lacan para la EFBA y participó de la traducción de otro para la editorial Paidós. Creo que ella no lo sabe, pero para una expresión de Lacan muy particular: aller de soi, utilizó esto que ahora es un arcaísmo, ya no se utiliza mucho… y podría haber utilizado: es obvio, cae de maduro, cae por su propio peso, es inherente, etc… pero no hubiese sido lo mismo.

Hay algo allí que pescan, estos habitantes de los márgenes, cuando se topan con algo parecido a lo intraducible que a veces se transforma en un acierto… y muchas veces sin saberlo. Los traductores son los dueños secretos de las diferencias y las afinidades de las lenguas.

Yo lo homologo a lo que ocurre con los libros en una biblioteca… cuando aparece lo que llamamos lo inclasificable… algo que no entra muy bien en categorías. Es decir, lo podría graficar así: encontrar un zapato en un placard es habitual, o un sachet de leche en la heladera también lo es, pero, si abrimos la heladera y hallamos un zapato dentro: estamos en problemas o estamos obligados a pensar, mínimamente, como llegó eso ahí.

Clasificar es pensar, pensar en categorías, claro. Lo hacemos todos, a cualquier edad, sin distinción de sexo, a diario y constantemente. Clasificar es pensar y pensar es clasificar… es traducir, es interpretar: leer en definitiva… pero hay un cierto límite en esto. Cuando la clasificación nos ahorra la tarea de pensar, ya no clasificamos ni pensamos, el sujeto queda cautivo de un sistema vacío, alienado, perdido.

Clasificar es pensar y pensar es leer. Cuando comenzamos a diseñar el flyer y fuimos pidiendo o armando las referencias de nuestros invitados, Irene se había autoimpuesto el título de “Lectora”, había elegido presentarse de esa manera… y yo copiándome de ella dije: “Yo también soy lector”, porque todos somos lectores, luego inevitablemente nos recayeron los títulos, pero todos somos lectores: Los lectores son lectores, los lectores atentos son lectores, los escritores son lectores, los psicoanalistas son lectores, los traductores, los editores, los bibliotecarios somos lectores.

Nosotros, los habitantes de estos márgenes somos lectores, lectores privilegiados, porque quizás, desde una posición tercera del huequito donde encarnamos esa “marginalia”: nos hacemos un huequito, habitamos ese huequito y formamos una gran comunidad de lectores.

¡Muchas gracias y bienvenidos!

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